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sábado, 25 de diciembre de 2010

Un poco de historia (IV): Rendición a los ingleses


Guerra Anglo-holandesa
Inglaterra y los Países bajos siempre habían mantenido una gran rivalidad marítima, plasmada en dos guerras (imagen de la izquierda, fuente enciclopedia.com) en la segunda mitad del siglo XVII. En dicha época, los países veían en el mar una gran posibilidad de crecimiento y expansión, tanto económica como territorial. Estas dos naciones, al coexistir en el Canal de la Mancha, no tuvieron más opción que llegar a las armas en numerosas ocasiones, terminando una de ellas, más concretamente la Segunda Guerra Anglo-Holandesa en el Golfo de Guinea, con la conquista de Nueva Ámsterdam por parte de los ingleses en 1664. Esta conquista trajo consigo el rebautizo del municipio en Nueva York, en honor al Duque de York, hermano del rey Carlos II de Inglaterra. En 1667 se firmó el Tratado de Breda, reconociéndose oficialmente la soberanía inglesa en Nueva York, mientras que Surinam pasaba a ser holandesa.

Mapa
Durante la soberanía inglesa, en 1700, la rebautizada Nueva York aumentó su población europea exponencialmente, llegando a los 5000 habitantes, mientras que la población de lenape se había visto reducida a 200 personas. La navegación fue parte importante de este crecimiento. El comercio entre las Indias Occidentales (mapa de la derecha obtenido de blog.pucp.edu.pe) y Gran Bretaña contribuyó a la prosperidad de la ciudad. En pocos años, más de 200 barcos visitaron su puerto. Este aumento de habitantes se debió también a una diversificación comercial, basada principalmente en la producción de harina para su exportación. Esta producción fue tan importante que en la actualidad, en las armas de Nueva York se puede observar un saco de harina. Bajo el dominio británico, a medida que la ciudad prosperaba, emergió una élite que se distinguía por el uso de elegante mobiliario y utensilios domésticos de plata. Durante más de un siglo, Gran Bretaña mostró más interés por los beneficios extraídos de la colonia que por su bienestar. La corona impuso numerosos impuestos, muy odiados por los ciudadanos, entre los que crecía el sentimiento de rebelión, pese a que las lealtades estaban divididas, especialmente en Nueva York.

Paralelamente a este desarrollo económico, demográfico y comercial tuvo lugar otro de carácter social. Durante el primer siglo de soberanía británica, se aprobaron los primeros estatutos de la ciudad, se instalaron mercados de esclavos en Wall Street, se crearon astilleros y baterías defensivas, teatros, hospitales, parques, cárceles, e incluso el primer periódico (New York Gazette) y la Universidad de Columbia, una de las universidades estadounidenses más importantes y prestigiosas en la actualidad.

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