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martes, 4 de enero de 2011

Un poco de historia (VII): Explosión económica, urbanística y demógrafica

El siglo XIX fue sin duda el siglo del desarrollo de la ciudad. En la segunda mitad del siglo XVII, Nueva York triplicó su población, pasando de 22.000 a 79.000, lo cual es algo bastante considerable. Sin embargo, los datos del siglo XIX fueron sobresalientes. De 79.200 habitantes censados en 1800 se pasa a 3.437.200 en 1900, suponiendo un aumento de más del 3000% de la población. Con estas cifras y ante las previsiones de futuro, la administración de la ciudad decidió poner en marcha en 1811 un plan de urbanismo denominado Commissioner’s Plan, basado en calles perpendiculares unas a otras formando cuadrículas o manzanas rectangulares (Imagen de la izquierda de planetizen.com). Este plan estaba formado por 16 avenidas de norte a sur, cruzadas por 155 calles de este a oeste. En un principio fue bastante criticado por su exagerada ortogonalidad, pues podía generar cierta monotonía. Es curioso que en el Commissioner’s Plan no se hubiera previsto el espacio para Central Park, teniendo en cuenta que es un parque de 341 hectáreas.  Sin embargo, el aumento de la población y la presión de personajes influyentes de la época obligaron en 1853 a la administración a adjudicar un área de 2,8 kilómetros cuadrados entre las calles 59 y 106 y un presupuesto de 5 millones de dólares. A mitad de siglo los habitantes no tenían espacios abiertos donde ir a relajarse dentro de la ciudad y la mayoría de ellos lo hacían en cementerios.
Grand Central Station

Paralelamente a este plan urbanístico se produjo también un desarrollo en la red de transportes de la ciudad, con la creación de varios canales que comunican Nueva York con el interior del continente y con los Grandes Lagos. También se estableció una red ferroviaria, que partía de la estación Grand Central (fuente: Wikimedia Commons), construida en 1870 por Cornelius Vanderbilt y a través del puerto se conectaba Norteamérica con Europa mediante los barcos transatlánticos. El crecimiento del puerto de Nueva York fue crucial para este desarrollo económico, pasando por él el 70% de las importaciones del país.

Con la aparición de la revolución industrial, Nueva York se convirtió en el lugar preferido de empresas para situar sus fábricas y talleres en la periferia de la ciudad y las grandes marcas y los bancos decidieron establecerse en el sur de Manhattan, aprovechando la conexión ferroviaria con el resto del país. En 1900, Nueva York se había convertido en el puerto más importante del mundo y en la ciudad industrial más importante de Estados Unidos.

Nueva York siempre se ha caracterizado por su variedad de nacionalidades. En 1900, casi la mitad de los neoyorquinos eran extranjeros. En el siglo XIX, más de diez millones de personas inmigrantes se instalaron en la ciudad. La mayoría procedía de Europa, espantados por la crisis económica y por las persecuciones religiosas que tenían lugar al otro lado del Océano Atlántico. Gran parte de estos inmigrantes provenían de Alemania e Irlanda huyendo de las revoluciones de 1848 y de la gran hambruna respectivamente. Los inmigrantes se adaptaron rápida y exitosamente a la vida neoyorquina, llegando incluso a dominar políticamente la ciudad. Esta inmigración trajo consigo el establecimiento y separación de cada cultura en un barrio distinto de la metrópoli y diferentes choques entre ellas, debido, fundamentalmente, a problemas religiosos.

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